Aristóteles considera que el fin de la vida es la felicidad, que consiste en la vida contemplativa. La ética desemboca en la política. Aristóteles concibe al Estado como una comunidad de iguales que aspira a la mejor vida posible. El hombre es un animal social que desarrolla sus fines una comunidad.
Aristóteles, como Platón, considera que el fin de la sociedad y del Estado es garantizar el bien supremo de los hombres, su vida moral e intelectual. Por lo que el fin de la sociedad, y por tanto del Estado, ha de ser garantizarla. De ahí que tanto uno como otro consideren injusto todo Estado que se olvide de este fin supremo y que vele más por sus propios intereses que por los de la sociedad en su conjunto. De ahí también la necesidad de que un Estado sea capaz de establecer leyes justas, es decir, leyes encaminadas a garantizar la consecución de su fin.
Hoy en día, aunque haya discrepancias, se podría seguir considerando que, por lo general, este es el objetivo final de la política. Sin embargo no es lo que nos encontramos. El mundo de la política está cada vez más corrupto y es difícil encontrar una figura que cumpla con esta manera de pensar que proponía Aristóteles. Nos encontramos con más casos de corrupción y egoísmo dentro de este mundo, pero eso no quiere decir que no haya gente que intente y consiga seguir con los principios básicos de la política que proponía Aristóteles, buscando el desarrollo de cada persona.
Vamos comparar dos modelos políticos de países que
encontramos en la actualidad, uno que se acercaría al modelo de Aristóteles y
otro muy alejado de este. El más cercano a este ideal, podría ser Suecia. La
razón por la que se acerca al estado del que hablaba Aristóteles es que se
preocupan mucho por la educación de sus ciudadanos, que les permita tener un
libre desarrollo extra educacional, dando lugar a llevar una vida donde su
principal objetivo pueda ser encontrar la felicidad individual y llevarla a
cabo.
Como contrario, podíamos poner el ejemplo de China. Donde la
educación se centra en el desarrollo del país y no del uno mismo. No se
pretende dar libertad de pensamiento a las personas, sino garantizar su
finalidad en la sociedad. Y donde no se mira por los derechos de los
trabajadores ni del pueblo, sino que se centra en el beneficio de las clases
gobernantes. Convirtiéndose el estado así en una oligarquía económica. En
definitiva, un lugar donde la felicidad de los ciudadanos no importa en
absoluto.
Podríamos poner muchos ejemplos distintos, aunque ninguno se
acerca totalmente a la idea de Aristóteles, hay una gran diferencia entre unos
lugares y otros, y es difícil encontrar en un mundo actual políticos que
realmente busque el bien general. Ante este panorama,
personalmente creo que es imposible llegar a que la política llegue en algún
momento a conseguir este objetivo, pues la gente con poder siempre querrá más.
Pero eso esa es solo mi opinión.
http://www.webdianoia.com/aristoteles/aristoteles_polis.htm
Bien Lucía. Los ejemplos son atinados.
ResponderEliminarSaludos