El respeto es un sentimiento positivo que se refiere a la acción de
respetar; es equivalente a tener veneración, aprecio y reconocimiento por una
persona o cosa.
Hay distintos tipos
de respeto. Puede ser un respeto determinado al comportamiento, como puede ser
seguir las leyes. O, en cambio, el tener respeto a una persona, entonces el
significado que adopta es el de una actitud o sentimiento hacia esa persona,
dependiendo de cómo actúe, se dice que se ha mostrado respeto o falta de
respeto.
Una de las
opiniones más influyentes acerca del respeto viene de la filosofía de Kant, que
dice que a todas las personas se les debe respeto por el simple hecho de ser
personas, o dicho de otra forma por ser seres racionales y libres. Kant señaló
que era preciso enseñar cuanto antes a los niños el respeto y consideración del
derecho de los demás.
Pero, ¿es esto
siempre así o acaso debería serlo? Como puede ser en el caso de las opiniones,
¿merecen todas ellas nuestro respeto?
Para responder a
esta pregunta podríamos referirnos a la tolerancia, que es una forma de
expresar respeto a los demás aceptando sus diferencias. Pero, somos tolerantes
cuando esas diferencias nos importan. No necesitamos tolerar lo que nos es
indiferente, pues hacerlo llevaría a la indiferencia. Por el contrario, se
tolera lo diferente, aquello con que nos parezca equivocado o con lo que no
estemos de acuerdo. Pues si todas las opiniones valiesen por igual, entonces
ninguna vale en realidad nada. Muchas veces las opiniones no se ponen en duda
ni se someten a discusión por miedo a la reacción del sujeto opuesto, asumiéndose
entonces la imposibilidad de una discusión racional. Se olvida entonces que
muchas opiniones traen consigo consecuencias, o se da por supuesto el carácter inmutable
e inmune a toda argumentación, como si estas no procediesen del pensamiento de
dicha persona.
Como personas
debemos saber lo que para nosotros es bueno o malo, pero sobretodo, necesitamos
saberlo en conjunto, en sociedad. Puede que lo que nosotros veamos como bueno o
malo no coincida siempre con la idea más general, lo que suele ser la fuente de
los conflictos morales. Por eso, una sociedad tolerante debe tener claros cuál
es el interés general que ha de prevalecer sobre los particulares. Pues no establecer
estas prioridades llevaría a tolerarlo todo, renunciando así a todos los
principios de una sociedad libre.
Por lo tanto, el
único respeto que merecen las opiniones es que sean tomadas en serio, pues es
la persona la que reclama el respeto, no las opiniones, y, si siempre hay que
prestárselo, ello será con pese a lo erróneo de sus opiniones. Reconocer la
dignidad del individuo humano no significa aceptar sus juicios como verdaderos,
sino, si fuese el caso, demostrarles que estos no son así e intentar ayudarle a
cambiarlos.
De modo que no está
impuesto sobre nosotros la necesidad de tolerar o respetar aquellas opiniones que
nos parezcan infundadas o socialmente nefastas, sino que se debe intentar
cambiar, así como el pensamiento de donde proceden.
Personalmente, no
creo que todas las opiniones deban ser respetadas. El límite lo encontraría en
aquellas que interfieran con los derechos humanos o la integridad de otras
personas como pueden ser afirmaciones al estilo de “los negros son inferiores”.
Y a la vez que pienso que debe existir la necesidad del debate y la discusión
lo más difícil es encontrar unos valores comunes que hagan aceptable justificar
por qué una opinión es más valida que otra.